La igualdad de género pertenece al renacer familiar

rodina

Las malas noticias sobre la familia alarman a los gobiernos y religiones. Sólo familias buenas pueden asegurar la salud de la población, y el bienestar social y económico. La Iglesia sabe que depende de las familias para futuros miembros fieles. En los EEUU la quiebra de los matrimonios y de la familia produce mucha preocupación, en especial sobre el futuro de los niños. Al mismo tiempo, el aumento de los nones (los no afiliados a ninguna religión) obligan a la Iglesia a observar que miles de católicos y sus familias se han apartado del rebaño.

Esa cuestión movió al papa Francisco a convocar a un Sínodo de los obispos para sostener y renovar la vida de la familia. Los católicos han llamado a la familia “iglesia doméstica” y “escuela de la Fe”. Es la célula primera de un gran cuerpo. La vida de las familias y de la Iglesia dependen una de otra. Florecen o fracasan juntas, y eso afecta al mundo.

Aparecen algunos signos positivos. La práctica religiosa es mayor en las familias educadas y ricas, que son más estables y menos divorcios.Tienen admás mejor salud y mayor capital social. Sus hijos bien educados tienen oportunidad de éxitos en la vida. Esto son los “Haves” (los que tienen), a quien se ha dado más. Son parte de una tendencia global pro-familia.

Se da una sorprendente inversión de la “erosión familiar”. La retracción hacia el matrimonio y la familia por las mujeres educadas e independientes en su economía no se ha dado. Al contrario, se observa un renacimiento de la familia con los niveles previos de fertilidad. La causa de esto es la difusión por las feministas de normas sobre igualdad de género en el matrimonio. Se han difundido con rapidez metas de igualdad, “arreglos de simetría genérica” y mejores políticas sociales que hacen más fácil reconciliar familia y trabajo. El igualitarismo en el matrimonio se extiende y anima el renacimiento de las familias, incluso en lo que llaman “sociedades retrasadas”. En esto se transmite un mensaje a los gobiernos y a la Iglesia. Cuando se reúna el Sínodo en octubre, harían bien en adoptar las normas de igualdad de género, equidad de género y arreglos simétricos de género sostenidos por los gobiernos y las políticas familiares.

Esta afirmación de igualdad esta de acuerdo con el mensaje del Evangelio. Los seres humanos son iguales hijos de Dios, creados por Dios a su imagen y salvados por Jesucristo. Este anuncio cristiano sobre la igualdad revolucionó al mundo antiguo. Varón y mujer, judío o griego, esclavos y libres están unidos en Jesucristo. Las mujeres y los esclavos fueron parte de la primitiva Iglesia en su unidad salvadora y liberadora.

El conflicto surgió a causa del dominio masculino y la desigualdad en el mundo romano jerárquico y en las normas de la familia antigua. El jefe de familia patriarcal ejercía dominio sobre sus esposas, concubinas, hijos, niños, esclavos, animales, a quienes consideraba su propiedad. Las familias poderosos competían por situación, poder y riqueza: por eso, llevados por su ambición los padres forzaban a sus hijas a casarse, a sus esposas a divorciarse, a los niños a ser ahogados o abandonados. Era un sistema brutal y desigual en directa oposición al mandato de Jesús de amarse unos a otros, y amar al otro como a sí mismo, y servir a los otros como iguales. Igual que en otras culturas, la institución más altruista – la familia – se pervirtió. Y la Iglesia por siglos sucumbió al modelo de la sociedad y fracaso en su Mensaje. ¿Podemos esperar que ahora se dé un renacer de la familia?

 

Artículo extraído de:

La voz del Peregrino

Ejemplar Septiembre 2015

Autor: Sidney Callahan, Nueva York

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