¿Por qué la idea de un tesoro en el cielo dejó de ser el centro de la caridad? La gente actual ve a la caridad de modo horizontal, según el cual sólo dos cosas importan: el altruismo (motivo del donante) y la eficacia de la donación (justicia social). Sin embargo, la caridad como idea original también tiene un eje vertical, ya desde el Antiguo Testamento.
El joven rico pregunta a Jesús: ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? La escena está enmarcada en dos escenas de curación de ciegos (Marcos 10:17-31): el tema del joven rico es la ceguera espiritual de los discípulos sobre quién es Jesús. El Señor responde en términos actuales si quieres prepararte para las exigencias del futuro, no acumules riquezas en la tierra; dalas. A los discípulos les resulta difícil esta lección. Cuando se aleja el rico, Jesús agrega: Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los cielos. Los discípulos atónitos: ¿Quién podrá salvarse?
El tema clave de este viaje de Jesús la fuerza del Evangelio y la incapacidad de los discípulos para captarlo. Pedro piensa que ser el Mesías es una cuestión de poder (no de amor): Jesús destruirá a los enemigos romanos y comenzará el Reino de Dios. Los discípulos quieren participar del botín. Jesús no logra hacerles entender que para conseguir la gloria futura hay que pasar por la cruz. El joven rico tampoco quiere renunciar a la riqueza terrenal.
Jesús promete un tesoro en el cielo a quien renuncie a los bienes de la tierra. Entonces no se trata de altruismo, que es la dimensión horizontal del acto moral de caridad. Jesús lo enseñó: para ganar sus vidas deben perderlas. Si Jesús hubiera dicho: Den todo a los pobres y nos quedáramos ahí, deberíamos querer esto: El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser muerto, y detenernos allí. ¿Para qué serviría la resurrección? Los que pierden la vida, la pierden por una buena causa. Es claro que una vida entregada a los demás tiene ya su propia recompensa. Jesús propone no una recompensa sino un llamado: entregar su vida a Dios por amor a los demás.
La cuestión no es cómo puede ser grande, sino que clase de mundo hizo Dios. Sólo cuando entendemos el mundo podemos armar una estrategia para dar fruto en él. La enseñanza es mucho más que algo sobre una acción buena. La razón por la cual Jesús promete una recompensa celestial no es motivar más al donante, sino hacer una afirmación sobre el mundo creado por un Dios de amor. Para una persona cualquiera, el mundo es un lugar temible e incierto. Por eso, los romanos veneraban a la diosa Fortuna. Sin embargo, el mundo es también el mundo creado por amor (caridad).
La caridad no es un asunto de hacer mejor las cosas de la tierra, sino tiene un contenido más hondo. La renuncia de las riquezas ayuda a los pobres (cierto) y además, manifiesta la voluntad de Dios sobre este mundo: el amor debe prevalecer sobre todas las cosas. Por eso, Jesús promete un tesoro de amor que nunca terminará.
Artículo extraído de:
La voz del Peregrino
Ejemplar Junio 2015
Autor: Gary Anderson, Notre Dame, Indiana