El conversar con los jóvenes y escucharlos, no es una receta de cocina, donde podemos encontrar elementos, procedimientos y obtener un buen manjar. La conversación exige ciertos puntos que podemos contemplar a la hora de conversar y así lograr comunicarnos. Comunicarse es un proceso de interacción social de carácter verbal o no verbal. Si queremos interactuar con los jóvenes debemos sumar a esto: cercanía, predicación de la Palabra, música, actividades, juegos, dinámicas, eventos, rap, hip hop, danza, conciertos y todas las «ocurrencias santas» que busquen y fomenten las relaciones entre los jóvenes a fin de que Cristo sea formado en ellos.
Debemos tener en cuenta donde, cuando y como conversamos, el contexto son las interrelaciones que se producen entre todos los factores y elementos presentes y que afectan a la comunicación o son afectados por ella. No podemos colocar a los jóvenes dentro de celdas para clasificarlos, tenemos individuos en nuestras comunidades y cada uno tiene su identidad. Tenemos que darnos el tiempo para conocer a cada uno de los jóvenes, darnos el tiempo para conversar, para escucharlos, ellos también tienen mucho qué decirnos. Acerquémonos.
Es importante antes del encuentro con los jóvenes mantener una adecuada preparación espiritual, y de ser posible capacitar y motivar a un equipo de trabajo que te acompañe.
A su vez, se torna indispensable segmentar a la juventud y no congregar en una sola reunión a jóvenes de diferentes edades. Es conveniente trabajar con la juventud por edades con programas adecuados para cada edad.
El punto medular es edificar relaciones significativas con los jóvenes. Acercate, escuchalos, aconsejalos, viví con ellos de tal forma que puedas conocer su corazón y ellos el tuyo. En resumen, amalos.
Artículo extraído de:
La voz del Peregrino
Ejemplar Marzo 2017
Autor: María Florencia Antonini