Los precios de las propiedades convierte a los más ricos en más ricos y a los pobres en más pobres.
Con los elevados precios que hoy existen en el mercado inmobiliario, acceder a una vivienda resulta una tarea casi imposible. Esta realidad tiene consecuencias muy negativas sobre cuestiones de tanta importancia como la formación de nuevos hogares y de nuevas familias.
Se ha ensanchado la brecha entre pobres y ricos, entre los que tienen casa y no la tienen. Los que no tienen vivienda son los que se encuentran en peor situación. No son más pobres porque no tienen menos ingresos. Pero su capacidad de compra de vivienda es menor que hace unos años. El problema se ha agravado debido, por un lado, a que las entidades financieras retacean los créditos para la vivienda, o otorgan plazos demasiados cortos para hacer frente a la misma. Por otro lado, faltan planes de vivienda promocionados por el gobierno nacional o provinciales que fomenten la construcción de nuevas casas o edificios, lo que causaría que existiera una mayor oferta de viviendas en el mercado.
Todas las previsiones apuntan a que en los próximos años el panorama de la vivienda será parecido. La cuestión es que los ricos son más ricos y los pobres más pobres, pero a los que son más ricos no les interesa dejar de serlo. Es imperioso que los gobernantes tomen este tema en su agenda y lo planifiquen para el mediano plazo.
Artículo extraído de:
La voz del Peregrino
Ejemplar Mayo 2016
Autor: Fernando Piñeiro